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“Green book: una amistad sin fronteras” (Green book, Estados Unidos 2018). Dirección: Peter Farrelly. Guion: Nic Vallelonga, Brian Currie y Peter Farrelli. Protagonistas: Viggo Mortensen, Mahershala Ali y Linda Cardellini. Duracion: 130 minutos.
“Green book: una amistad sin fronteras” está nominada a 5 premios Oscar, incluidos el de “Mejor película”, “Mejor actor” para Viggo Mortensen y “Mejor actor de reparto” para Mahershala Ali. Ambos dirigidos por Peter Farrelly, esta vez sin la compañia de su hermano Bobby, con quien venía dirigiendo hasta ahora.
En este caso Peter Farrelly vuelve a dirigir una road movie, como ya lo había hecho con su opera prima “Tonto y retonto” (Dumb and dumber,1994)y la genial “Irene, yo y mi otro yo” (Me, myself & Irene, 2000), pero basada en una historia real de la amistad que surge entre el pianista afroamericano Don Sherley y su chofer Tony Lip durante una gira por el sur de los Estados Unidos. Pero como la historia transcurre a comienzos de la década del ’60, ambos personajes deben guiarse por las recomendaciones del Green book del título, una guía que indica cuáles son los lugares para comer y hospedarse habilitados para gente perteneciente a la minoría racial a la que pertenece Don.
El fuerte de “Green Book: una amistad sin fronteras” son las actuaciones, con un sorprendente Viggo Mortensen en un rol cómico imitando a la perfección el acento italoamericano de este personaje impulsivo pero noble, que va dejando de lado sus prejuicios a medida que va conociendo a Don. Y lo que hace que la película funcione es que el personaje de Mahershala Ali es justamente lo contrario, un artista sumamente metódico y racional, que no pierde su compostura buscando mantener su dignidad en todo momento, a pesar de encontrarse en lugares en los que la gente de su raza es humillada para mantener una costumbre.
Por eso el gran logro de Peter Farrelly es haber encontrado el tono justo para contar esta historia desde un profundo humanismo, evitando caer en los golpes bajos dramáticos y en el humor vulgar al que nos tenía acostumbrados. Porque logra muy bien que los espectadores entendamos algunas situaciones con solo ver las consecuencias, y este uso correcto de las elipsis hace que podamos reconstruir esos hechos en nuestra cabeza sin recurrir a bajadas de línea que abusan en su objetivo de resultar didácticas.
En conclusión, “Green Book: una amistad sin fronteras” tiene muchos puntos en común con la ganadora del Oscar a Mejor pelicula “Conduciendo a Miss Daisy” (Driving Miss Daisy, Bruce Beresford, 1989), porque ambas narran la relación amistosa que se forma entre dos personajes opuestos entre sí en un contexto social que fomentaba el racismo. Y en ambos casos se recurre a la comedia, en la que el humor que genera el hecho de que dos personas opuestas estén obligadas a convivir nos invita mejor a la reflexión sobre este tema que dos horas de bajadas de línea y golpes bajos.
PATRICIO FERRO