LA DECISIÓN DE PARTIR

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La decisión de partir (Heojil kyolshim, Corea del Sur, 2022). Dirección: Park Chan-Wook. Guion: Park Chan-Wook y Chung Seo-kyung. Protagonistas: Jan Hae-il, Tang Wei, Lee Jung-hyun, y Go Kyung-Pyo. Duración: 139 minutos.

La decisión de partir es la última obra del director coreano Park Chan-Wook, ganadora, entre tantos otros, del premio Bafta a la Mejor Película de habla no inglesa. Y está protagonizada por, Jan Hae-il, la estrella del cine chino Tang Wei, Lee Jung-hyun, y Go Kyung-Pyo entre otros.

La historia, estructurada en dos actos se centra en Jang Hae-joon (Hae-il), un meticuloso detective coreano que investiga la muerte de un empresario chino caído de una montaña. Pero que, a pesar de estar casado, entabla una relación con su esposa (Wei), a la que considera como principal sospechosa.

En primer lugar es necesario destacar que en esta ocasión Park Chan Wook vuelve a generar en los espectadores la sensación de desconcierto que caracteriza su obra, sumado los sorpresivos giros en la trama, el humor negro y los cambios de género. Ya que en este caso en particular hay una alternancia entre el melodrama y el cine negro, con una mezcla del romanticismo del primero y la tensión sexual del segundo. Pero la violencia, llevada al extremo en “Oldboy” (2003), su obra cumbre, se deja fuera de campo, haciéndose presente de manera latente, que en esta ocasión particular resulta más efectiva.

Un párrafo aparte merece la actuación de Tang Wei, como esta sufrida femme fatale, que saca provecho de su nacionalidad china para construir este personaje cuya condición de extranjera resulta fundamental para la trama. Y aún a aquellos espectadores que no advertimos la diferencia entre su idioma natal y el coreano nos queda claro el uso narrativo que se hace de ambos idiomas, porque esta dualidad la convierte en víctima y victimaria al mismo tiempo de su propia manipulación, en la que nos vemos enredados por compartir el punto de vista del protagonista masculino.

En conclusión, La decisión de partir tiene puntos en común con “Vértigo” (1958), obra maestra de Alfred Hitchcock, no solo por su estructura narrativa dividida en dos actos claramente definidos. Sino para contar la historia de una relación tóxica marcada por el crimen, donde el fuera de campo llevado al extremo le imprime una sutileza que mantiene al espectador en una tensión constante.

PATRICIO FERRO

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